Hola Mei,
Espero que andes de maravilla, y que esta carta te haya tomado de sorpresa. ¿Aún te gustan, no? Nada, debes estar confundida pero te explico de una vez.
Te debo una disculpa, y aunque quizas ya no tenga valor alguno para ti, para mi si. Te cuento que desde siempre me pregunté, “qué pasó?”. De esas preguntas que son responsables de mantener un recuerdo mas vivo de lo que se supone, de esas preguntas que no permiten dejar atrás… y no fue hasta reciente que por fin encontré la respuesta.
Conocerme me respondió. Me dijo que algo faltó… que falté yo, y por eso te pido perdón.
Te pido perdón, sí, perdón por que te conquisté siendo otro. Te conquistó la persona que creé para que superara tus expectativas, lo que pensé que tenía que ser para poder tenerte a mi lado. (Sí, pensé lo mismo, que idiota.) Te pido perdón por que pensé que quererte era ser lo que tu querías, y coño que grave error. Fui otro por miedo a que rechazaras la versión original de quien soy y el final fue peor que eso. Te pido perdón por que pensé que mi felicidad no tenía que ser parte de la ecuación, por que no se me ocurrió que en una relación las felicidades se complementan, que una no vive sin la otra.
Perdón por ser el responsable del sentir vacío que vino con el tiempo, por robarle genuinidad a lo nuestro, por no permitir que fuera lo que se suponía, por actuar el libreto de un personaje que jamás te querría mas de lo que yo te quería… por pensar que lo hacía mejor.
En fin, te pido perdón por que pensaba que me conocía y me quería, perdón por que fue eso el villano de nuestra relación y nunca me di cuenta. Ahora me quiero… y sé lo mucho que oculté y guardé.. lo mucho que dejé de darte por pensar que te andaba dando mas.
Perdón y gracias. Que tu sonrisa siga presente y que la vida te este tratando como debe. Eres especial Mei. No lo olvides.
-Kieran
P.D. “Qué pasó?” ya no paga la renta que pagaba tu persona en mi mente… ahora la paga otra pregunta… pero esa es ya otra carta. Basta con saber que sigues ahí, antes y después de mi actuación.
Por: Omar A. Rodríguez